Por Elijah Hendrix (estudiante de la Universidad de Ohio y participante del Tropical Disease Research Summer Program-2019)
Atardecer típico en la provincia de Loja, vista panorámica de Cariamanga.
Siempre he sentido una conexión con el servicio social, la salud y el hacer lo correcto para el beneficio de los demás; como becario Cutler Scholar de la Universidad de Ohio, estoy motivado a participar en proyectos de servicio durante todo el año y este verano no fue la excepción. Durante las lecturas en mi clase de salud pública y las conversaciones sostenidas con mis profesores, pude abordar el tema de las Enfermedades Tropicales Desatendidas, específicamente, la investigación relacionada a la enfermedad de Chagas en Ecuador.
Durante mi participación en el TDR-2019 tuve muchas oportunidades de reflexión, es así como puedo resumir mi experiencia en tres palabras: aprendizaje, comunidad, y servicio. Antes de legar a Ecuador, solo pensaba en el aprendizaje como un camino de sentido único. Similar a una escuela, en la que un profesor se para en frente de una clase de 200 personas y no hay interacción en el flujo de información. Cuando llegué estaba preparado para tener una pequeña charla con las personas de las comunidades que visitaríamos y enseñarles lo que sé. Sin embargo, la noche antes de mi primer día de trabajo, mi grupo y yo discutimos la importancia de sentarse y escuchar antes de actuar para asegurar una mejor colaboración entre nuestro equipo y las comunidades. Al principio no entendí el significado de escuchar primero, pero mantuve la mente abierta.
Logo oficial del TDR 2019 (click en la imagen para más información).
Me alegro de haber estado abierto a esta idea de escuchar antes de actuar porque al final del primer día, entendí que el aprendizaje puede ser una calle de doble sentido. Durante conversaciones con los miembros de las comunidades, yo descubrí nuevas definiciones a las palabras: dedicación, comunidad, felicidad y riqueza. Antes, yo relacionaba la palabra riqueza con un significado económico. Las personas en la comunidad me mostraron como riqueza y felicidad pueden tener otros significados dentro de distintos contextos sociales y económicos.
El hecho de que los miembros de la comunidad ayuden a sus vecinos a construir sus casas y jardines realmente ayuda a elevar la moral colectiva, lo que a su vez hace que las personas se sientan empoderadas. Me alegro de haber podido ayudar a cambiar las vidas de una familia y capacitar a los miembros de la comunidad brindándoles mis servicios para construir un nuevo hogar libre Chagas.
Familia Espinoza, socios para la construcción de la séptima casa anti-Chagas (más información sobre la iniciativa Hogares Saludables para Vivir Saludable).
Uno de mis grandes hallazgos en el campo fue la cantidad de comunicación, dedicación y respeto que cada comunidad tiene entre sus habitantes. Me impresionó mucho ver que las personas dicen “Hola o Buenos Días” cuando pasan, en lugar de mirar hacia abajo para evitar el contacto visual.
En lo que se refiere a comunicación, lo que más me impresionó fue como cada miembro de la comunidad sabía quien vive en qué casa y cuáles son sus horarios diarios, incluso si la casa más cercana a ellos está al otro lado de la montaña.
Después de esta experiencia, aprendí que el servicio debe venir de un deseo de ver a una persona o comunidad por su valor, no por sus déficits. El servicio no debe derivar de los aspectos negativos de un sistema, sino florecer en los positivos. Con cada proyecto en el que participé durante esta experiencia pude sacar el máximo provecho de mis fortalezas para generar un impacto duradero a largo plazo.
Equipo de construcción: Durante dos semanas estudiates de OU y PUCE participaron en la construcción de la casa BM205 con la guía de arquitectas expertas en ese tipo de construcción. Gracias al apoyo de los estudiantes los avances fueron sustanciales.
El primer proyecto en el que participé fue construir un nuevo hogar para la familia Espinoza. Este fue el proyecto más difícil, pero a la vez el más gratificante porque pude ver el progreso inmediato que mi equipo y yo hicimos. Estoy muy contento de haber podido cambiar la vida de una familia al brindarles mis servicios para construir un nuevo hogar. Incluso tuve la oportunidad de asistir a una ceremonia en la cual el Rector de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador bendijo el nuevo hogar y oró por la familia y por Bellamaría. Fue conmovedor ver cómo toda la comunidad de Bellamaría asistió al evento y nos abrieron las puertas de sus casas para compartir sus costumbres.
Bendición del Dr. Fernando Ponce León S.J., padre rector de la PUCE al nuevo hogar de la familia Espinoza.
Al día siguiente de la ceremonia, pude participar en mi proyecto favorito: búsquedas entomológicas. Para aquellos que no lo saben, las búsquedas entomológicas consisten en un equipo que toma fotografías y traza la ubicación de la casa en un GPS; ingresa a las casas (luego de firmar un consentimiento) y busca chinchorros. Como alguien que está estudiando salud global y comunitaria, estuve encantado de trabajar junto con el Ministerio de Salud Pública de Ecuador directamente mientras buscaba chinchorros.
Búsquedas entomológicas
Por supuesto, además de las búsquedas entomológicas y la construcción del hogar de los Espinoza, también participé en otros proyectos comunitarios que están orientados a mejorar la salud de los habitantes de Guara, Chaquizhca y Bellamaría:
Jardines productivos: La agricultura es una de las principales entradas de dinero que tienen las familias en las comunidades, con nuestro proyecto de jardines productivos buscamos definir la sostenibilidad de está práctica y trabajar en estrategias que mejoren la rentabilidad de los cultivos.
Service learning: Este componente mantiene un vínculo cercano con los niños de las comunidades y busca plasmar su cosmovisión en murales que reflejen sus sueños y aspiraciones.
Creo que cualquier estudiante debería participar en este programa ya que es una experiencia que te cambia la vida. Entre los participantes que estuvieron en mi grupo este año había estudiantes de: Agricultura, Arquitectura, Biología, Comunicación, Administración de Servicios de Salud e incluso algunos estudiantes de medicina. La mejor parte de este grupo interdisciplinario fue la perspectiva amplia y como cada proyecto integra las fortalezas de cada campo de estudio. Recomiendo esta experiencia a cualquier estudiante que esté interesado en la salud, la educación, la sostenibilidad, el aprendizaje a través del servicio o incluso a alguien que solo quiera practicar su español. Para los estudiantes este fue un espacio en el que crearon su propia comunidad desde el primer día y que con suerte durará muchos años (sin duda nosotros también disfrutamos del Ecua-vóley).
Estoy extremadamente orgulloso de decir que he sido parte de la lucha contra la enfermedad de Chagas.
Último día del programa de verano TDR 2019. Todo el grupo visitó Otavalo en compañía de nuevos amigos de PUCE.
¡Con nuestra labor, sin Chagas Ecuador!
Enlaces relevantes: