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AC AL1Perfiles Alumni CISeAL: Álvaro Lara

Pregrado: Licenciatura en Ciencias Biológicas, Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

 

¿Cómo te enteraste de la existencia del CISeAL?

Fue un hecho muy curioso, me parece que estaba en tercer semestre. Había tomado una materia optativa denominada “Biología de las Enfermedades Tropicales”, dictada por el Dr. Marco Neira (exinvestigador principal del CISeAL). Él nos comentó de la existencia del Centro y del trabajo que ahí se realizaba.

 

¿Cuál fue tu vinculación con el CISeAL y durante cuánto tiempo?

De saber de la existencia del Centro a vincularme a él pasaron tres años. Estaba en el último semestre de la carrera y me encontré con una excelente oportunidad para hacer mi tesis en el laboratorio de investigación sobre la enfermedad de Chagas, dirigido por la Dra. Anita Villacís. Estuve ahí aproximadamente un año y medio.

 

¿Cuáles consideras que fueron los logros más destacables que alcanzaste durante tu tiempo en el CISeAL?

Creo que gané mucha experiencia y confianza a nivel personal y profesional. Antes de trabajar en el Centro no tenía mucha experiencia en el laboratorio; había hecho mis prácticas en el Museo de Invertebrados QCAZ-I y en el laboratorio de Microbiología de la Dra. Iliana Alcocer. Para ser sincero, la manipulación de equipos y sustancias nunca se me dio demasiado bien, por lo que era complicado encontrar en otros laboratorios un lugar donde pudiera aportar con lo que sí sabía hacer. La Dra. Anita Villacís me recibió en su equipo con los brazos abiertos; en un año había culminado mi tesis, incluimos un manual para la utilización de un programa y escribimos conjuntamente un artículo de divulgación para la revista Nuestra Ciencia n.º 22 (que se publicará en octubre de este año).

 

¿De qué manera crees que el Centro aportó en tu trayectoria educativa y profesional?

El Centro me ayudó a ver una parte, en ocasiones, olvidada en ciencia: su impacto en la sociedad. Si bien mi tesis era un trabajo de naturaleza técnica, entre charlas, reuniones, la oportuna intervención de mi directora, sus colegas y la investigación bibliográfica para escribir mi trabajo de titulación, aprendí que el conocimiento científico está irremediablemente ligado al ser humano y tiene un efecto en todos nosotros. Cuando se trabaja en el contexto de la salud, el científico se sienta en primera fila a presenciar la cruda realidad de una enfermedad y hace todo lo que está a su alcance para tratar de entenderla y remediarla. Apela a nuestro lado más sensible y nos impulsa a hacer algo al respecto.

También tuve la grata experiencia de ser parte de un programa de pasantías internacionales que tiene el Centro en colaboración con la Universidad de Ohio. Trabajé durante dos meses junto a varios compañeros del Centro en un laboratorio que se dedica al estudio de las bacterias que causan la meningitis. Nos sentimos bienvenidos, aprendimos nuevas técnicas y compartimos nuestra cultura.

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¿Cómo describirías tu paso por el Centro?

Mi paso por el Centro fue todo un viaje. Cuando llegué, realmente no sabía bien qué esperar. Yo soy una persona algo reservada, por lo que al principio me sentí un poco solo. Estaba aterrado del reto que tenía enfrente. No obstante, fue cuestión de tiempo poder acercarme más a las personas que lo conforman. Debido a cuestiones que tenían que ver con su doctorado, mi directora debió dirigirme a distancia por un par de meses. Debo decir que la confianza que depositó en mi trabajo (además de su valiosa retroalimentación) fueron esenciales para mantenerme en pie durante los momentos más complejos. No solo aprendí a emplear técnicas y resolver problemas, también aprendí a trabajar en equipo y tomar las cosas con más seriedad. Mi paso por la universidad de Ohio en la pasantía internacional me ayudó a comprender mejor cómo se hace la ciencia en otros países y a ver todo el potencial inexplorado que tiene el Ecuador. Además, hice algunos nuevos amigos y reforcé lazos de amistad con otros ya conocidos.

 

¿Mantienes contacto con investigadores del CISeAL en el presente? Si es así, ¿colaboran de alguna manera?

Sí, aún mantengo contacto con la Dra. Anita Villacís. Pese a que el duro impacto de la pandemia ha ralentizado el avance de nuestros proyectos para este año, estoy colaborando con ella para publicar mi trabajo de titulación como un artículo científico. Además, tenemos una pequeña iniciativa de divulgación entre manos que esperamos comenzar pronto.

 

¿Podrías compartir con nosotros alguna anécdota o momento memorable de tu tiempo en el CISeAL?

Sí, una de mis experiencias más interesantes fue durante la Casa Abierta 2019. Entre los asistentes se encontraba una escuela con niños de 6 o 7 años. Fue gracioso porque no sabíamos que iban a venir niños tan pequeños, por lo que tuvimos que improvisar. ¿Cómo le explicas la enfermedad de Chagas a un niño? No lo haces, los pones a jugar. La Dra. Villacís tenía guardado en uno de los laboratorios un paquete de cuadernos que utiliza en sus salidas de campo, cuyo fin es explicar de la manera más didáctica posible (con sopas de letras, laberintos, rompecabezas y demás juegos) a las personas de las comunidades más afectadas qué es la enfermedad de Chagas, cuáles son sus actores y qué pueden hacer ellos para evitarla.

Los niños se abalanzaron sobre nuestro stand y empezamos a desbaratar los cuadernos a toda velocidad; todos nos pedían laberintos y sopas de letras. “Corre a ver más cuadernos, saca las grapas, recorta esto, trae esto”. Era una situación algo caótica, pero muy divertida. La recompensa más grande fue ver dibujadas tantas sonrisas en las caras de esos niños, no se habían divertido tanto en todo el día.

 

¿Cuáles son tus planes para el futuro? ¿Planeas dedicarte a la investigación?

Para el futuro tengo planeado seguir una maestría en pedagogía de la ciencia o divulgación científica. Como ya he mencionado a lo largo de estas líneas, la investigación no es una actividad que se me dé muy bien. En cambio, me gusta mucho la fotografía, me encanta enseñar y me apasiona escribir. Siempre he sentido que hay un vacío muy importante en la enseñanza y comunicación de la ciencia en nuestro país, y pienso que podría poner mi granito de arena en ese sentido. Creo que mi experiencia en el Centro (y la pandemia) me han dejado una lección muy importante: Una sociedad que no apoya a sus científicos y que, por desgracia, no posee la educación para hacerlo (sea por falta de oportunidades o por una mala administración de los políticos de turno), siempre será fácilmente engañada por charlatanes que solo buscan su propio beneficio. Los retos que tenemos por delante como sociedad no son pocos ni sencillos, de tal suerte que podremos enfrentarlos únicamente si educamos mejor a aquellos a quienes un día entregaremos el destino del país (y del mundo).