
El artículo, liderado por Katherine Simbaña-Rivera y desarrollado con el apoyo de Damary S. Jaramillo-Aguilar, Ruth Jimbo-Sotomayor, Jhon Paul Guerrero-Gonzalez y Xavier Sánchez, investigadores del CISeAL, junto con otros expertos, analiza la preparación y respuesta del sistema de salud ecuatoriano frente a la actividad volcánica ocurrida entre los años 2000 y 2024, en un país caracterizado por una alta exposición a este tipo de amenazas naturales. A partir de una revisión documental exhaustiva de fuentes institucionales, normativas, científicas y de literatura gris, el estudio examina los principales eventos eruptivos registrados en los volcanes Tungurahua, Cotopaxi, Sangay y Reventador, así como los impactos sanitarios y las acciones implementadas por las instituciones responsables de la gestión del riesgo y la salud pública.
El análisis evidencia que las erupciones volcánicas han generado efectos significativos sobre la salud de las poblaciones expuestas, incluyendo afecciones respiratorias, oculares, dermatológicas, gastrointestinales y psicosociales, además de impactos indirectos asociados a la contaminación de fuentes de agua, la inseguridad alimentaria, la interrupción de servicios básicos y la afectación de los medios de vida. Si bien el país cuenta con capacidades técnicas consolidadas para el monitoreo volcánico y con un marco normativo que reconoce la gestión del riesgo como un componente esencial del bienestar poblacional, persisten importantes brechas en la integración de esta información en la planificación sanitaria, en la vigilancia epidemiológica post-evento y en la evaluación sistemática de las intervenciones implementadas.
El estudio identifica que la respuesta del sector salud ha sido predominantemente reactiva y de corto plazo, con limitada institucionalización de la prevención y la preparación ante emergencias volcánicas, así como debilidades en la articulación intersectorial y en la incorporación de enfoques de equidad, particularmente en relación con poblaciones rurales, indígenas y otros grupos en situación de vulnerabilidad. Asimismo, se destaca la ausencia de sistemas robustos para el seguimiento de efectos crónicos asociados a la exposición prolongada a ceniza volcánica y la insuficiente incorporación de estrategias sostenidas de atención a la salud mental, lo que limita la capacidad del sistema de salud para responder de manera integral a este tipo de riesgos.
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https://doi.org/10.3389/fpubh.2025.1705862

